Ambas instituciones han realizado una extensa revisión documental, que incluye estudios nacionales e internacionales sobre el comportamiento aéreo del virus y las posibilidades de transmisión del mismo. En este sentido, el trabajo tiene como objetivo dar más información sobre el comportamiento de los aerosoles y para la protección de los trabajadores contra los riesgos para su salud y su seguridad, así como adecuar las medidas de protección para la prevención de los riesgos a los que están o pudieran estar expuestos en su trabajo, consiguiendo así poner todas las barreras necesarias para evitar la propagación y frenar la infección.
Tras meses de recopilación de información, el CGE junto al INTA han concluido que “queda demostrado que el SARS-CoV-2 se transmite mediante aerosoles que contienen virus viables generados por la persona infectada, especialmente en espacios cerrados y mal ventilados”.
Asimismo, apuntan que la evidencia científica reconfirma la importancia de continuar aplicando en nuestro día a día cuatro aspectos fundamentales para la prevención del COVID-19. Distanciamiento físico de al menos 1’5 metros, protección respiratoria con el uso de mascarillas, higiene de manos y desinfección de superficies y ventilación son los puntos a seguir para cortar la expansión del coronavirus.
Este último es esencial, ya que el estudio alerta de que las partículas finas y ultrafinas pueden permanecer en suspensión durante horas en ambientes cerrados y poco ventilados. “Cada vez es mayor la evidencia referente a la transmisión del virus como aerosol submicrométrico; especialmente, se está analizado su capacidad infectiva en espacios interiores donde el virus sí se ha podido mantener viable y suspendido, dispersándose en función de las corrientes de aire y el ambiente del entorno”, apunta el libro blanco. Así lo exponen investigaciones como la de la Universidad de Florida, que realizó un ensayo piloto en el aire y presentó “evidencias de la presencia del virus como aerosol al haber sido localizado a 3 metros de distancia de la zona más próxima de tránsito de pacientes”.
“Desde el Instituto Español de Investigación Enfermera del CGE apostamos desde el primer momento por profundizar sobre otras vías de transmisión además de gotas infecciosas emitidas al hablar, toser o estornudar directamente sobre una superficie mucosa o conjuntiva de una persona susceptible, o por contacto directo con superficies contaminadas, o aquellas producidas durante los procedimientos generadores de aerosoles como se dijo al principio. Debido al elevado número de contagios entre los profesionales que se producían, objetivamos la necesidad de ajustar las medidas de protección al riesgo que suponía el ambiente hospitalario y fue ahí cuando se formalizó la colaboración con el INTA. Ellos compartían la misma inquietud y son los grandes expertos en comportamiento de los aerosoles”, afirman María Enríquez y Guadalupe Fontán, autoras del trabajo.
Por su parte, Víctor Archilla y María Sánchez, también autores del documento, comentan que “la generalizada negación inicial sobre la posible viabilidad de la transmisión del virus por aerosoles y las dudas sobre las adecuadas prácticas de protección y prevención del contagio hicieron necesaria una recopilación de los resultados científicos y divulgativos más relevantes para poder poner al servicio de la sociedad una lectura sencilla que ayudara a reconducir conductas y entendimientos”.
Descarga el Libro blanco “La transmisión del SARS-CoV-2 en aerosol y mecanismos de protección”